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Un «chico muy listo» vive en una ciudad de tontos y, claro, se aburre mucho. Una buena mañana para superar ese aburrimiento decide gastar una broma a su vecino: planta un brote tomatero en una jarra y añade este misterioso mensaje «Tomates llegando a trece, quien cuenta desaparece». A partir de ahí, se encadenan una serie de sucesos en las que la planta irá pasando de mano en mano en un delirante y accidentado viaje.
La artista Ana G. Lartitegui encandila con esta obra a grandes y pequeños, tanto por la historia como por las ilustraciones, claramente influenciadas por las pinturas de autores como El Bosco, Pieter Brueghel el Viejo o Jan Brueghuel el Joven.
